Emprendí mi primer negocio bajo el sistema tradicional que me enseñaron en la academia y en los programas de administración desde un plan de negocios con proyecciones financieras (Plan estratégico-mental, hacer para tener)

Pero había algo en lo que yo no encajaba con esta forma de negocios cuantitativa y que me generaba un gran desgaste a nivel físico y mental.

Así que un día tomé la mejor decisión de mi vida, le dije adiós a una vida en piloto automático: dejé de trabajar por la presión del dinero, dejé de engañarme con las gratificaciones inmediatas, renuncié a querer ser competitiva todo el tiempo, aprendí que mi valía no me la da un título profesional o una etiqueta, que no tengo que vivir la vida que me impongan otros, así que en pocas palabras, elegí continuar mi camino de independencia profesional, pero esta vez desde otro sistema operativo mental.